miércoles, 17 de abril de 2024

Ciudad de San Cristóbal: Urbanismo en tres tiempos, Carta magna fundacional y Legislación de Indias | San Cristóbal City (Táchira State - Venezuela): A Theoretical and Documentary Work about its Urban History

 






«Provisión rreal para que sse poblase la dicha villeta señalando para ello al Capitán Juan Maldonado […]». Transcripción de una Carta ejecutoria de 1565 presentada en auto de admisión de pruebas ante la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá  de Bogotá, por parte de la Justicia, Regimento y Cabildo de la Villa de San Cristóbal en un juicio entre este cabildo y el de la ciudad de Pamplona por el solapamiento de las jurisdicciones de las juticias de ambas urbes en un caso penal de 1621. En dicha carta ejecutoria se encontraban insertos la relación de hechos fundacuinales y dos autos (de fijación de límites y de jurisdicción penal) dados el 31 de marzo de 1561 por el capitán fundador Juan Maldonado. Fotostato: Academia Nacional de la Historia (Caracas, 1958), proceso de digitalización y adaptación Sigrid Márquez Poleo, reproducción con fines didácticos, 2014.




Las normas que regulan el hecho urbano, desde el diseño de la ciudad o suplanificación, su ejecución y la legalidad en lo edificado, es lo que conocemos como derecho urbanístico. Pero, ese derecho ha pasado por un proceso evolutivo de desplazamientos conceptuales que, en el caso de las ciudades iberoamericanas, parte del siglo XVI. 

En el presente trabajo se analizará un caso específico urbano de esa evolución y desplazamiento de dichos conceptos a partir de una panorámica del primum movens aristotélico, fundacional, de hecho y de derecho, de la ciudad de San Cristóbal, Estado Táchira, Venezuela, en 1561, y su evolución hasta el presente. 

Un todo teórico y documental que nos llevará a dejar formulada una pregunta que nos cuestionarásiempre: ¿puede haber una nueva perspectiva para su futuro urbano?

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The rules that regulate the urban fact from the design of the city (planning), its execution and legality in the built (building ordinances and codes), is what we call urban law. However, this law has undergone an evolutionary process of conceptual displacements that in Latin American cities began in the 16th century. This paper will analyze a specific urban case of this evolution and displacement of these concepts from an overview of the Aristotelian Primum movens foundational, ‘de facto’ and ‘de jure’, of San Cristobal City, Táchira State, Venezuela, since 1561. A theoretical and documentary work that will lead us to formulate a question that could questionourselves: Can there be a new perspective for its urban future?


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viernes, 12 de abril de 2024

Valentina Quintero “descubre” el ambir o chimú (o chimó) tachirense | 'Ambir', 'Chimú' or 'Chimó': An unusual old form of tobacco in Táchira State (Venezuela) from pre-Columbian Indian times




"El trisquel de Lobatera", sección superior del petroglifo de la época aborigen tachirense denominado "La Piedra del Indio" (en Lobatera - Estado Táchira). Foto: Darío Hurtado, 2015.


Texto de Samir A. Sánchez (2020)

Antes de ceder la descripción a la reconocida especialista en eculturismo Valentina Quintero, quien publicó en el diario El Nacional (Caracas), en su edición del domingo 24 de septiembre de 2006, su experiencia sobre la fabricación del tradicional chimú o chimó tachirense, durante su estancia en el Estado Táchira, es necesario conocer los orígenes del mismo para entender su uso.

El origen del “ambir” tachirense, nombre con el cual se conocía desde Pamplona hasta La Grita al chimú o chimó, por cuanto pareciera que esta última palabra aborigen, ya de uso en todos los estados andinos, surgió en la población de Lagunillas (Estado Mérida) donde este producto era aliñado con sal de urao, resulta inmemorial. 

La Real Academia Española (RAE) define al “chimó” como:

“Pasta de extracto de tabaco cocido y sal de urao, que saborean los habitantes de la cordillera occidental de Venezuela llevándola en la boca”.

Lo anterior tiene un fundamento histórico y concuerda con la relación que hiciera un viajero del siglo XVIII quien recorrió, a lomo de mula, el camino real entre la capital del Virreinato del Perú, Lima y la capital de la provincia de Venezuela, Caracas, en 1741, el Corregidor Don Miguel de Santiestevan, por cuanto la navegación estaba cerrada dada la guerra que mantenían España y Gran Bretaña. 

A su paso por el sitio de Lagunillas (cerca de Ejido, Estado Mérida) escribió:

“De la laguna extraen los indios del pueblo una especie de salitre que en este Reino llaman jurado o urao, de que venden a real la libra, y conducido a otras partes a 3 y a 4 reales, para sacarlo tienen en medio de la laguna que es casi circular clavados una palancas y por ellas descienden al fondo de donde toman el cieno, que cabe en una bota de cuero, que llevan que puesto al sol y seco se reduce a terrones en gran parte cristalizados de que se separa la tierra queda lo que llaman jurado [urao]; esta sal tiene grande uso en estas partes porque sirve para cuajar o mantener el vigor de una sustancia que por conocimiento, extraen de las hojas del tabaco de que resulta una masa que desde Pamplona a La Grita llaman ambir; vi hacer esta operación y por ella me dijeron que era preferible el tabaco silvestre de este ambir o ámbar del Infierno, porque tiene aquel vigoroso fetor [hedor] que deja el sarro de una pipa en que se ha fumado mucho tiempo. Lo usan los naturales de estos países sin que se reserve la más noble y melindrosa doncella, pues la traen en sus cajetillas, y con los limpia dientes, que cuelgan del cuello en cadenillas de oro sacan de esta quinta esencia lo que han de menester para refregar con tan hedionda pez [un olor fuerte como el de la trementina] los pequeños marfiles de su dentadura. Los hombres y las viejas que son lo mismo, la toman con el dedo meñique y escupen mucho, y lo recomiendan como reforzador y como preservativo de los corrimientos [esto es, fluxión de humores que carga a alguna parte del cuerpo o llagas que supuran].

 

Es tan general en chicos y grandes de uno y otro sexo el uso de esta quinta esencia del tabaco, que casi no se encuentra quien lo fume, sino lo mastica y escupe. Sirve también este ambir o chimó, desleído en agua, para rosear las hojas del tabaco al tiempo de envolverlas y reducirla a las figuras de sogas que le dan” (Santiestevan, Miguel de. Viaje de Lima a Caracas (1740- 1741), Fundación de Promoción Cultural de Venezuela, Caracas, 1997, pp. 137-138.

De esta forma, y retornando a los tiempos presentes, el 24 de septiembre de 2006, la reconocida especialista en ecoturismo venezolano, Valentina Quintero, en su visita a Lobatera, evoca:

“Un paseo en bicicleta/El otro recorrido que hicimos fue en bicicleta saliendo desde Lobatera por unos caminos de tierra entre siembras preciosas de pinos, con el cerro Cabeza de Vaca a un lado. Vimos las minas de carbón, los alfareros de ladrillos nos explicaron cómo los hacían y al final saliendo ya a la carretera llegamos a una fábrica artesanal de chimó.
Se trata de un galpón abierto a las montañas del Táchira donde hay como seis palanganas rectangulares de metal muy grandes, de las cuales sale un vaporón porque en todas hierve el tabaco a punta de leña.
En la primera colocan el tabaco picadito y lo ponen a hervir con mucha agua para que suelte el aroma y la esencia. Luego le sacan esa agua, la colocan en otra palangana y la dejan hervir casi 12 horas hasta que se espese y quede a punto de caramelo. Cuando se enfría, está lista la pasta de chimó que será enviada a los fabricantes para que la coloquen en sus laticas con los aliños y secretos de cada marca.

 

Me contaron Gonzalo Medina padre e hijo, dueños y fabricantes artesanales del chimó [Comercializadora Marcel, Municipio Lobatera], que esta pasta la utilizan también algunos artesanos para pintar. Y es verdad. Estuve en una exposición artesanal en Lara y había como cuatro creadores que pintaban unos cuadros hermosísimos utilizando chimó”.



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jueves, 28 de marzo de 2024

Traje típico tachirense | The Typical Tachiran Costume




La sencillez de la tradición. Trajes típicos tachirenses en el legendario y ya desaparecido Mercado Cubierto de San Cristóbal, fundado en 1874. Los mercados en las plazas y lugares techados o cubiertos, fueron el lugar de resguardo, conservación y resistencia cultural tachirense, donde, según los especialistas, se preservaron las expresiones del patrimonio material e inmaterial, contribuyendo a la protección de la tradición oral, de vestuario y de la herencia alimentaria. Foto: Imágenes viejas del Táchira. Panorámica de uno de los cuatro patios en los cuales se dividía el espacio interior del edificio del mercado. La imagen data de alrededor de 1905. (Reproducción con fines educativos).



«El Táchira perdió su tradición, y para muestra un botón, al mute le dice mondongo y a la panela papelón»
Versos libres para un Táchira que se va, Samir A. Sánchez, 2012.


Orígenes

El traje típico, como indumentaria de diario o de fiesta de nuestra parentela mayor, expresaba la identidad cultural del territorio tachirense. Se puede decir que sus características se conformaron y afianzaron a fines del siglo XVIII e inicios del XIX, y permaneció con pocas variaciones hasta inicios del siglo XX.

Una primera descripción detallada del mismo –ubicada hasta la fecha- fue la realizada por el Dr. Juvenal Anzola en su visita a San Cristóbal, en octubre de 1912.

Refería el Dr. Anzola que:

«Los trajes de visita y de paseo, los mismos de París y de Caracas en San Cristóbal y demás poblaciones, en la gente con mayor poder adquisitivo. La gente de los campos, viene al poblado con traje corriente de casimir o de dril, camisa blanca, botines y sombrero de terciopelo, y su ruana de paño que recogen por delante y echan al hombro izquierdo: si no calza botines sino alpargatas, la ruana denominada entonces chamarreta, la lleva doblada sobre el hombro izquierdo: las mujeres del pueblo visten de falda negra o de color, blusa ceñida al talle, sombrero de jipijapa pequeño, y un zapato de tela, corte-bajo sin tacón […]» (Anzola, Juvenal, De Caracas a San Cristóbal, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 79, Caracas, 1981, p. 214).

Años después, entre 1955 y 1956, ataviados con sus trajes típicos y bailando en cuadrilla una música de gran tradición en celebraciones como la denominada “Quebrada del chorote” (fiesta que se hacía cuando una parturienta cumplía el puerperio y se quebraba, con algarabía de familiares y vecinos, la vasija de barro cocido –chorote- donde se había preparado el chocolate caliente que bebió diariamente en ese tiempo), diferentes comunidades locales esparcidas por la geografía del Estado Táchira permitieron a los investigadores Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera (Ramón y Rivera. L. F. y Aretz, Isabel, Folklore Tachirense, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 37. tomo II, Caracas, 1963, p. 238 y ss) dejar registrado y documentado esos trajes, así como el folklore material o ergológico de los recios y austeros hombres y mujeres de las montañas de los Andes tachirenses.

Los trajes referidos fueron testimonio visual de una etapa de nuestra evolución como amalgama y crisol de culturas que se inició en el siglo XVI y desapareció poco después de 1956, marcando la impronta y el carácter del ser tachirense.

Si bien en la actualidad, dicha indumentaria debería constituir una de las más valiosas señas de identidad del Táchira, fue olvidada y relegada por una sociedad globalizada y masificada que valora más aquello que viene de afuera que lo propio, y con el sentido de “lo propio”, quiero identificar todo aquello, ya muy poco en lo cultural, que queda de lo esencial y exclusivamente tachirense.

O, parafraseando el estilo poético llano del gran Aquiles Nazoa, bien podemos decir: “El Táchira perdió su tradición, y para muestra un botón, al mute le dice mondongo y a la panela papelón”.

No obstante, hemos visto, sólos y aislados, en los campos de las altas montañas, contados casos de personas mayores que permanecen a contracorriente de los cambios producidos por los tiempos modernos y portan, aún con orgullo, estos sencillos trajes y sombreros de identidad.


Descripción... para quien esté interesado

Al plasmar las siguientes descripciones, de lo que fue el traje típico tachirense, quiera Dios que la voluntad de alguna o algún avezado dibujante los quiera llevar como testimonio en trazos de dibujo y color al papel, para que los mismos se difundan y sirvan como ejemplo y testimonio para la formación cultural y educativa de las nuevas generaciones de tachirenses.

Características del traje típico tachirense, en lo que respecta a la mujer

Estaba conformado por las siguientes prendas: una larga y amplia falda o fustán, cotilla, saquito, merino o pañolón y sombrero. Cada una de estas prendas típicas quedó descrita como (a) Falda larga y amplia que llega casi hasta el suelo, conocida como fustán. Estaba hecha con dos paños unidos y enteros de color negro, uno para la parte de adelante y otro para la parte de atrás. Entre los paños van incrustadas tres cuchillas o varillas metálicas (conocidas también como ballenas, godets en inglés), que dan más vuelo y amplitud a la falda, remarcando las caderas. El borde inferior de la falda va cosido una serpentina de colores amarilla, verde y roja, que es una larga tira a manera de faralaes, pero en lugar de frunces lleva sobrepuesto tachones que coinciden uno por cada costura de las cuchillas. El fustán va atado a la cintura con un cordón que pasa por un doblez hecho en la tela, llamado vainicas; (b) La cotilla es una especie de chaleco, sin mangas, que se cierra por delante con botones y está confeccionado de la misma tela del saquito; (c) El saquito –conocido en otras partes como jubón o juboncillo- es una prenda de color blanco que se coloca sobre la cotilla y es cerrado por delante. Tiene un faralao desde la cintura que cae sobre la falda unos cuatro dedos. De los hombros sale una especie de cuello llamado capita, el cual va contorneado por una pasa cinta. La capita está cortada en forma de campana que terminaba con un volado plisado y poseía un breve cuello levantado; (d) El merino, mantón o pañolón, era una especie de capa negra con flecos que se dejaba caer desde la cabeza. En las regiones de la montaña alta, las mujeres utilizaban el merino o pañolón negro cerrado debajo del mentón para resguardarse del frío; (c) El sombrero completaba el atuendo y se colocaba sobre la parte del merino o pañolón que cubría la cabeza. Era pequeño, podía ser de fieltro o de caña brava, tejido en crinejas y cosido a mano, parecía una especie de sombrero pajilla, con ala recta y se adornaba con una cinta, negra, marrón o amarilla. Las mujeres acostumbraban a llevar el cabello largo, tejido en dos crinejas recogidas sobre la nuca.

Como calzado, empleaban tanto las alpargatas, cerradas, con capelladas tejidas con hilos de algodón, negras o de variados colores con anchas rayas horizontales, y por base una suela de cuero, como el calzado de dril negro o azul llamado breca o chinela, especie de zapato hecho de tela con planta de suela de cuero.


Características del traje típico tachirense, en lo que respecta al hombre

El traje en lo que respecta a los hombres tachirenses, estaba conformado a su vez por las siguientes prendas típicas: un pantalón, una camisa, una bayeta o ruana y un sombrero. (a) El pantalón era oscuro, de lana o casimir, sujeto con una ancha faja de cuero trabajado o claveteado en plata, llamada "chaparra" (de chapa, por estar guarnecida con chapas) en el occidente del Táchira o “chácara” (la cual presentaba compartimiento denominado garniel para cargar las morocotas de oro y los fuertes o antiguas monedas de 5 bolívares de plata, así como la cajeta elaborada de asta o cuerno de toro, donde se guardaba el chimó, conocido en el Táchira, hasta fines del siglo XVIII como ambir) ["chácara" es una palabra del castellano americano de la segunda mitad del siglo XVI. Proviene de la voz quechua 'chácara' que significa 'campo sembrado'. Esta palabra pasó al lenguaje coloquial tachirense como analogía entre la forma de un campo cultivado y el aspecto que presentaba el cinturón de cuero con chapas en plata y otro metal], la voz "chácara" se empleaba con mayor frecuencia en el oriente del estado.

El pantalón se ajustaba a la cintura con un cordel sencillo atado al cinto y del cual pendía un machete con su vaina de cuero trabajado. Por lo general, la bota del pantalón se doblaba o recogía hasta el tobillo o hasta media pantorrilla para evitar el lodo de los caminos de los páramos y montañas; (b) La camisa era de color blanco, de pechera alforceada y puños duros; (c) La balleta o ruana, era una especie de cobija o chamarra de lana, de doble faz, azul y roja, que protegía de las inclemencias del tiempo y las borrascas de los páramos y cumbres que atravesaban los caminos tachirenses; (d) El sombrero era sencillo, de fieltro o de cogollo. De calzado utilizaban las alpargatas, abiertas, tejidas.

Nota: el pollero, talego o saco abierto por el centro y cerrado por los extremos (versión tachirense de las alforjas castellanas), que los hombres por lo común llevaban terciada (sobre un hombro) y que servía para cargar el "avío" (comida para el camino) o alguna mercancía menor o cosas de tener a mano, no forma parte de la vestimenta típica por no ser un accesorio de vestir o cubrir sino de transporte o carga.




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viernes, 22 de marzo de 2024

La sierra de la Maravilla en la ciudad de San Cristóbal. Parque Nacional y reserva de la biosfera tachirense | Natural History in the 'Sierra de la Maravilla' ('La Maravilla' Mountains). An untouched natural Andean scenery in San Cristóbal City (Natural Park - Táchira State - Venezuela)






Texto de Samir A. Sánchez (2024)
Foto de Inés Fernández (2012) 
Foto de José Manuel Vera C.(2024)


"Porque la mano derecha del propio valle como en él entraron, que es hacia la parte este, dio la tierra demostración de muy ásperas y montuosas sierras que amenazando desde lejos con la altura y empinamiento de que la naturaleza les había dotado, con las grandes y espesas montañas de que estaban cubiertas, se hacían y figuraban muy dificultosas a los ojos de los que las miraban".

 (Descripción de la sierra de la Maravilla, para 1558, Fray Pedro de Aguado OFM).



¿Qué es?

Viene a ser para los tachirenses y sancristobalenses lo que el cerro El Ávila o Warairarrepano (nombre dado por los aborígenes de ese lugar y que significaba “Montaña o sierra grande”) para los habitantes de Caracas y el Litoral Central.

Comprende una fila o cordillera de montañas, montes, lomas y colinas al este del valle de Santiago, de origen geológico reciente, cuya estratigrafía va desde el jurásico, hace más de 200 millones de años, hasta el cuaternario cuando adquieren su actual forma luego del período erosivo glaciar, caracterizado por intensas lluvias y heladas que redujeron su altur
a, producto de ser tierras jóvenes emergidas no consolidadas o compactadas por altas presiones, y arrastraron progresivamente sus sedimientos al valle formando las terrazas.

Una parte considerable de sus hectáreas integran el área natural protegida denominada Parque Nacional 'Chorro del Indio', creado por decreto del Ejecutivo Nacional de la República de Venezuela en 1989, presidido por el Sr. Carlos Andrés Pérez, resguardando bajo esa figura jurídica de gestión y protección al gran pulmón vegetal del área metropolitana de la ciudad de San Cristóbal.

Así, la sierra de la Maravilla resulta en un majestuoso espacio de exuberante belleza y oasis de vida natural sobreabundante en fauna, flora, recursos hídricos y cascadas, y en diversidad de lugares paisajísticos andinos. Como parque nacional fue una verdadera apuesta a futuro de un grupo de tachirenses, encabezados por el mismo presidente Pérez, por la protección de nuestra naturaleza y sus ecosistemas ligados a los bosques tropicales andinos y de especies amenazadas por la salvaje depredación que causaba y sigue causando el crecimiento urbano anárquico y destructivo de la ciudad.


¿En qué consiste?

Es una sucesión de montañas cubiertas de bosques premontanos, selvas nubladas y páramos, casi prístina, que se inicia en el noreste de San Cristóbal, en el abra denominada Callejón Colorado junto al actual páramo Colorado a 3.350 m, en las alturas de montaña del caserío y aldea de Mesa de Aura, extendiéndose como muralla natural, en sentido suroeste, hasta finalizar en las colinas y lomas inmediatas a la población de San Josecito. Conforma por igual, en parte, el límite urbano oriental de la ciudad y zona metropolitana de la capital del Estado Táchira, San Cristóbal.

A su vez, su vertiente o derrames montañosos occidentales es el lugar donde tienen sus cabeceras o se originan las principales corrientes de agua que cortan las terrazas de sedimentos cuaternarios y pendientes del valle de Santiago, en sentido este-oeste (quebradas de La Bermeja, La Potrera, La Parada, La Vichuta y La Machirí entre otras).


¿Cuál es el origen del nombre?

Según algunas tradiciones orales tomadas de personas ancianas y agricultores de la vieja aldea de Pueblo Nuevo y del caserío Barebare, se debe a un monte que, en épocas pasadas, antes del actual cambio climático, estuvo muy poblado de una hierba de raíces tuberosas, hojas opuestas aovadas y de abundantes flores campanuláceas de un intenso color amarillo, que eran especialmente resaltantes, para caminantes y arrieros, desde el camino que llevaba de la antigua villa y ciudad a Táriba, en el siglo XIX. De manera especial, en horas del atardecer cuando el sol incidía sobre ellas destacando las mismas sobre el verdor de la montaña. Estas flores eran conocidas en la región como ‘Flor de la maravilla’ (nombre científico: Miravilis jalapa aurea y en inglés, 'Marvel of Perú'). En épocas anteriores al siglo XIX la sierra de la Maravilla sólo era conocida como ‘La Serranía’.

El monte referido está ubicado en el páramo El Pino, a 2.395 m de altitud y se denomina ‘cerro de la Maravilla’. Las principales alturas de la serranía que se inicia con él, aparte del páramo Colorado, son los páramos de Guarín, El Oso, de Moraleño, y el páramo de Peña Bermeja (donde tiene sus orígenes o nacientes la quebrada de Chorro del Indio.

La más antigua descripción que se conoce de estas montañas guardianas naturales de nuestra ciudad cordial, la hizo el fraile franciscano y Cronista de Indias Pedro de Aguado en 1569, cuando redactó la primera historia escrita de la villa de San Cristóbal (fundada en 1561).

Refirió Aguado que el capitán Juan Rodríguez Suárez, proveniente de Pamplona de Indias, en el Nuevo Reino de Granada, en su expedición de exploración en busca de minas de oro para dicha ciudad pero que finalizó con la fundación no autorizada de la ciudad de Mérida, en 1558, al iniciar la marcha de salida del valle de Santiago al cual había llegado un 25 de julio de 1558 (desde 1561 asiento geográfico de la ciudad de San Cristóbal) analizó el terreno que lo rodeaba para seleccionar la ruta de exploración a seguir en busca de las míticas Sierras Nevadas y su oro, en la siguiente forma:

“Había Juan Rodríguez mirando y considerando toda la serranía que cerca el valle de Santiago y ninguna le había contentado para arrojarse por ella, porque la mano derecha del propio valle como en él entraron, que es hacia la parte este, dio la tierra demostración de muy ásperas y montuosas sierras que amenazando desde lejos con la altura y empinamiento de que la naturaleza les había dotado, con las grandes y espesas montañas de que estaban cubiertas, se hacían y figuraban muy dificultosas a los ojos de los que las miraban, para por ellas pasar a la parte oriental. Tenían certidumbre que detrás de ellas estaban los llanos de Venezuela, de donde no esperaban haber ningún buen fruto, además de que asimismo las sierras que por aquella parte veían, también eran muy arcabucosas. La tierra que a la parte norte se mostraba era pelada y más apacible que otra ninguna de la que por allí se vía, y así se determinó Juan Rodríguez, y aun le fue forzoso, pues la incomodidad de la tierra no le daba lugar a más, seguir aquella vía del norte” [Recopilación Historial de Venezuela, tomo II, Caracas, 1963, p. 329].

Al salir del valle, los expedicionarios, siguiendo en más porcentaje las antiguas sendas aborígenes que la intuición referida por el cronista, llegaron al valle de San Bartolomé (actual El Cobre) el 24 de agosto, el 14 de septiembre al valle de La Grita y luego siguieron al valle que bautizaron como del Alarde, por los gritos y señales de guerra que desde sus cumbres hacían los pobladores aborígenes al paso de los conquistadores, valle que se encuentra entre la actual Sabana Larga y Pueblo Hondo, en jurisdicción de la ciudad de La Grita.


Crear consciencia...

Para finalizar, solo podemos resumir que conocer los paisajes y especies de la vida salvaje tachirense resulta en un primer paso para alcanzar la comprensión y protección de todas las piezas naturales que los componen y enfrentar la deforestación intensiva. De lo contrario, convertiremos a la madre tierra tachirense en un árido desierto de altura.


Foto: Panorámica central de la sierra de La Maravilla y ciudad de San Cristóbal, en el valle de Santiago [Inés Fernandez, viajera, 8 de febrero de 2012. https://misviajesporahi.es/.../san-cristobal-venezuela.html. Reproducción con fines educativos].



La sierra de la Maravilla es un lugar de escenarios naturales sorprendentes, a pocos minutos de la ciudad de San Cristóbal. Un ejemplo de estos es la recta de Loma de Pío, aldea y lugar geográfico donde se comienza a divisar la ciudad y el valle de Santiago desde la sierra, en la carretera que lleva al salto de agua conocido como "Chorro del Indio" que da nombre al parque nacional (Foto: Abogado, licenciado y excursionista, José Manuel Vera C. 2024).





La sierra de la Maravilla en el arte pictórico. Pintura panorámica de la ciudad de San Cristóbal, las montañas de la sierra y la amplitud de valle de Santiago. Obra del artista plástico tachirense Gerardo Duque, acrílico sobre lienzo, 50 x 152 cm (Foto cortesía del Prof. Jack de la Parra, 2024).


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viernes, 8 de marzo de 2024

«Nuestra Señora de Deusto». Una obra de arte en la capilla gótica de la Universidad de Deusto | 'Our Lady of Deusto', the sculpture of the Madonna and Child of the Deusto University (Bilbao, Spain)



Texto de Samir A. Sánchez (2024)
Fotos de Samir A. Sánchez (2024)






In memoriam 
Prof. Dr. José Ángel Barrio Loza
Amicus et magister


Desde mis años de estudiante y luego como profesor de la Universidad de Deusto (Bilbao, País Vasco, España), la capilla gótica de la Universidad y esta escultura captaron y siguen captando mi atención por su austera solemnidad y exultante naturalidad, y más en los días de celebraciones cuando el espacio se inunda con la música del clásico órgano de tubos y las voces que, en coro, entonan el canto de despedida ‘Agur Jesusen ama’.

Representa el momento de la Epifanía (Mateo 2, 1-12) cuando los magos, o sabios, o reyes venidos de Oriente presentan sus regalos -oro, incienso y mirra- a Jesús niño quien estaba en los brazos de María.





Inspirado en este pasaje neotestamentario, el escultor vizcaíno Tomás Martínez Arteaga (1906-1962), especializado en estatuaria clásica, tradicional y religiosa, y cercano a la Compañía de Jesús, en un lento proceso de desgaste y pulido, volcó su talento creativo a través de mazas, gubias y formones en esta talla, en 1955. Desde entonces, la imagen, a la cual le he dado el nombre de Nuestra Señora de Deusto por cuanto es una expresión que la identifica y une con su inequívoco contexto espiritual-académico, preside desde el altar mayor la capilla gótica de la Universidad, antigua capilla de estudiantes antes de 1955. 

Como lo explicara nuestro catedrático y eximio maestro de Historia del arte José Ángel Barrio Loza (fallecido el pasado 27 de febrero de 2024), para la misma, Martínez Arteaga reutilizó la madera proveniente de una de las gruesas vigas de soporte del viejo retablo que presidía el altar mayor de la capilla pública de la Universidad desde 1886, capilla que fue cerrada en ese mismo año de 1955.

Es de destacar que esta obra del arte en madera del siglo XX, está inspirada en los trabajos escultóricos de arte sacro -entre lo renacentista y barroco- que se iniciaron con Miguel Ángel y su Madonna de Brujas, especie de presea que fue codiciada y robada por los revolucionarios franceses y los nazis.  
Es una valiosa escultura de la Virgen con el Niño realizada en mármol blanco de Carrara entre 1501 y  1504, la cual que se encuentra en la catedral de la ciudad de Brujas (Bélgica), hasta llegar a la escultura de la Virgen de los Reyes Magos de la catedral de Burdeos (Francia) que le sirvió de inspiración directa a Martínez Artega para su obra en la Universidad de Deusto.





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domingo, 25 de febrero de 2024

«Mais où est la République du Táchira ?» / "¿Dónde queda la República del Táchira?" | 'Where is the Republic of Táchira?' they asked






En los inicios de la década de los años noventa del pasado siglo, en enriquecedoras tertulias que sostuve con el Dr. Ramón J. Velásquez -siendo él Senador ante el Congreso Nacional de la República de Venezuela, por el Estado Táchira- a lo largo de la revisión y edición, por parte de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses BATT), de mi primer libro sobre la historia de la tierra de mis antepasados, Lobatera, me relató la siguiente anécdota:

"En 1930 una casa comercial francesa, la Maison d'Armagnac, exportadora de coñac (brandy), ante una viva curiosidad por el incremento considerable de solicitudes del referido licor que, en los meses de diciembre y enero, le llegaban desde un lugar el cual no ubicaban en la América del Sur, escribió a otra casa comercial –alemana– preguntando: «Mais où est la République du Táchira ?/¿dónde queda la República del Táchira»".

Concluimos, ambos, que el anterior hecho –testimonio de ese tiempo tachirense y de una región consolidada- vino a ser la proyección de una sociedad marcada por un desarrollo económico autosuficiente –primer productor nacional de café, llegando a posicionar en los mercados internacionales la variedad arábica «Táchira» como sello y marca de calidad [the best of the country, owing to their large bean, solid color, and good quality, lo definían las guías comerciales internacionales del café]-; por un auge comercial en sus relaciones con las demás regiones venezolanas y una intensificación de la vida cultural y social, que crecía en importancia y reconocimiento. Época donde el valor del trabajo alcanzó a descollar como sol para la imaginación en una tierra fértil para la creatividad.

La referida anécdota la vendría a publicar en 1997, en el prólogo a la edición en facsímil del "Álbum del Táchira 1930", editado por el Gobierno del Estado Táchira, presidido por el Dr. Ricardo Méndez Moreno.

Al hacer evocación de la misma, consideramos que le corresponderá a las nuevas generaciones de tachirenses, tanto de la diáspora como de quienes permanecen en nuestra tierra, retomar esos proyectos emprendedores y que esos altos valores retornen y descollen como luz creadora sobre el lar nativo. Sólo el tiempo lo llegará a ver.

Fotos: Plano de cartografía de la Provincia del Táchira, 1856. Diseño y elaboración digitalizada, T.S.U. Sigrid Márquez Poleo, 2012. A partir del mapa de la región elaborado por el Coronel Agustín Codazzi en 1841. Dr. Ramón J. Velázquez (1916-2014). Diario El Nacional, Caracas, 2014.






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sábado, 17 de febrero de 2024

Diccionario de Topónimos Históricos del Estado Táchira. Tesauro de la toponimia tachirense | Táchira Footprints: Táchira State's Toponymic and Historical Dictionary












Para consultar el Diccionario de Topónimos Históricos del Estado Táchira, accione la siguiente pantalla: 






Reseña de un diccionario de topónimos históricos tachirenses

La lingüística es la ciencia que estudia el lenguaje humano. Dentro de sus múltiples ramas se encuentra la explicación del origen, significación y otros aspectos de los nombres propios, la onomástica. Una de las subdivisiones de esta última, lo constituye la toponimia, que se ocupa del estudio del origen y significación de los nombres propios de los lugares. El conjunto de esos nombres siempre será perteneciente a un país, región, localidad. El Estado Táchira tiene una enorme riqueza en estas denominaciones de sitios y lugares, muchas de ellas tan originales que no se van a encontrar en otras regiones del país. 


El Dr. Samir Sánchez nos presenta, en forma de diccionario, la gran variedad de estos nombres utilizados para darle singularidad a los espacios geográficos de nuestra región. En esta monumental publicación, se recogen estos grafemas ordenados alfabéticamente para facilitar el acceso a valiosas informaciones de varios tipos. Para ello parte de una gran cantidad de referencias documentales, vinculadas al Táchira de los siglos XVI al XIX. Un período fundamental para la configuración de esta región que se inicia con la llegada del elemento europeo, los procesos de asimilación de lo lingüística de los pueblos originarios, hasta la configuración como una entidad político territorial y cultural, con amplios niveles de una autonomía que se constituye definitivamente en el siglo XIX.


Pero no es solo la mera presentación de los nombres y su explicación, pues cada entrada del diccionario aporta una gran cantidad de datos que lo convierten en un instrumento de referencia y reflexión. Una herramienta para ampliar los horizontes cognitivos de nuestro pasado, cosa fundamental para la reconstrucción de la memoria tachirense. Y es que además del profundo análisis etimológico y espacial el autor va a presentar los aspectos históricos fundamentales para la construcción de las biografías de las poblaciones.


Se resalta claramente, el valor patrimonial de los topónimos originarios, sobre los que Sánchez hace un ejercicio de arqueología etnolingüística, identificando radicales de las raíces lingüísticas Chibchas, Arawacas y Caribes que constituyen la base de la construcción de las lenguas de los pueblos originarios de la región. De ellas se aprecia la importancia fundamental de los aportes andinos sobre los que se construyó la gran variedad lingüística que refleja la invisibilizada diversidad cultural que no se ha valorado, entre otras circunstancias, por adolecer por una herramienta como esta. Igualmente podemos apreciar la ruptura lingüística dialectal que se sucede a partir de la conquista europea que transforma la mirada a las realidades regionales. Este recorrido va a mostrar la vivencia particular que los hijos de estas tierras han tenido en su relación con las dimensiones geográfica, memorística y humana. Así, espacio y fisiografía modelaros estos topónimos. 


Este trabajo tiene también un estudio introductorio donde se explica las particularidades, el método de investigación y la forma de usar el diccionario. Además de una serie de índices temáticos y analíticos que van a facilitar los procesos de investigación que se puedan generar y desarrollar partiendo de sus aportes. El autor incluye un índice general donde se presenta alfabéticamente los topónimos estudiados. Además de los índices de topónimos aborígenes, de topónimos hispánicos y la presentación de todos ellos de acuerdo a la división político territorial del Estado Táchira.


Estamos ante una obra que va a llenar un vacío bibliográfico necesario para la investigación de la memoria de la región tachirense, producto de un trabajo de gran profundidad de uno de los autores que más aportes ha dado para el conocimiento de la historia del Estado Táchira, el Dr. Samir Sánchez.


Anderson Jaimes R. Museo del Táchira Grupo de Investigación Bordes [andersonjaimes@gmail.com] 

Bordes. Revista de estudios culturales, Universidad de Los Andes (Mérida - Venezuela), ISSN: nº17 (enero-junio 2019), pp.109-110 2244-8667

El gran topónimo, por antonomasia, "Táchira", que significa, "Tierra de nuestra heredad"

"Táchira" significa: Nuestra tierra de heredad


Una voz aglutinante

En el lenguaje o idioma de los pueblos aborígenes de nuestra América, mayoritariamente aglutinante o donde predomina la aglutinación, esto es, que las palabras se forman uniendo monemas independientes, aquellas que se empleaban para designar nombres geográficos destacaban por describir la condición más característica de la naturaleza del lugar o espacio que designaban. Esto es, los nombres impuestos a los lugares hacían referencia a la primitiva realidad del terreno. Por esa misma antigüedad, sus topónimos no suelen basarse en elementos variables o cambiantes sino en fijos o estrechamente ligados a la tierra, hecho que pareciera verificar que quienes pusieron esos nombres fueron los primeros pobladores o pobladores originarios de esas tierras.

Un claro ejemplo se tiene con el nombre originario de la actual ciudad de Caracas, el cual era "Catuchacao", voz caribeña arawaca que significaba "Guanaberal (lugar poblado de guanábanas) junto al río" o "El río de las guanábanas", esto según la relación geográfica enviada al rey Felipe II por el gobernador de la provincia de Venezuela, el capitán Juan de Pimentel, en 1578.

Este gobernador, por igual, dejaba escrito en su relación las características esenciales que daban origen a la mayoría de los topónimos aborígenes en esa región, elementos, estos, como se dijo inicialmente, común en las culturas aborígenes americanas. Refería Juan de Pimentel, en el castellano del siglo XVI que: "Capítulo treze. Los barrios e poblazones de los indios tienen sus nombres derivados de algún árbol, quebrada, arroyo, peña, u otra cosa señalada que esté en sus asientos o cerca dellos, o de alguna cosa acaescida allí cerca".

Como dato curioso, pero ilustrativo del tema, el cual se puede extraer de esta misma relación geográfica, el nombre de "Caracas" pertenecía a otro lugar distante de la actual ciudad. Los primeros conquistadores españoles, provenientes de la isla de Margarita, cuando desembarcaron en el Litoral Central, al oeste de Cabo Codera, lo hicieron donde desembocaba en el mar una quebrada o riachuelo que descendía de las estribaciones septentrionales de la cordillera de La Costa. La misma recibió el nombre que sus propios pobladores aborígenes le daban a ese lugar: "Caracas", cuyo significado era "sitio o lugar cubierto o plantado de bledos". De esta forma a la quebrada se le comenzó a denominar "quebrada de los caracas" y los conquistadores extendieron el nombre identificativo a todas las tierras adyacentes como “Provincia de los caracas” o “de Caracas “, en uno de cuyos valles, atravesando la cordillera de la Costa tierra adentro, en el sitio y quebrada de Catuchacao, fundarían la ciudad de Santiago de León de la provincia de los Caracas, conocida después en su forma simplificada como ciudad de Caracas.

Actualmente la quebrada en el litoral o costa sigue denominándose "Los caracas" y en el sitio de esa desembocadura se encuentra, lo que queda, del otrora complejo turístico Ciudad vacacional Los Caracas, obra realizada por el entonces Presidente de la República de Venezuela, General de División Marcos Pérez Jiménez.

Macrocontexto lingüístico protochibcha y mesocontexto chitarero

Trasladándonos a las encumbradas crestas de la cordillera suroccidental de Los Andes, por ser nuestro caso de estudio, los tachirenses tenemos una palabra que, siguiendo la secuencia o poniéndola en la relación filogenética lingüística de la región, para ver cual ha sido su evolución y establecer un grado de parentesco entre diferentes lenguas a partir de un origen o tronco común, la misma procede de la lengua chibcha (o muisca)/protochibcha a través de los pueblos aborígenes chitareros que estaban asentados y habitaban una o ambas márgenes del río Táchira (actual ciudad de San Antonio del Táchira), para el siglo XVI, al momento del encuentro con los conquistadores. Esa es la mítica, ancestral y patrimonial palabra: "Táchira".

Microcontexto del valle y riberas del río de 'Táchira'

Así tenemos que las crónicas españolas del siglo XVI (del año 1550) identificaron la palabra "Táchira" como el nombre de un lugar y aldea aborigen de filiación y léxico chitarero, en el curso medio del actual río Táchira (San Antonio del Táchira-Villa del Rosario, región fronteriza entre Venezuela y Colombia). Más adelante, en el tiempo, otros documentos ya referían que el "río Táchira" en el "Llano Táchira" (actuales poblaciones de San Antonio y Ureña), se llamaban así porque pasaba por el sitio y poblado de los táchiras de donde tomaba su nombre y era diferente al "río de cúcuta" [actual río Pamplonita] que recibía ese nombre por la denominación que los aborígenes le daban a "unos árboles que se encontraban en abundancia en sus orillas" (testimonio judicial por pleito de jurisdicciones entre la Villa de San Cristóbal y la ciudad de Pamplona, de 1621). Por igual, en ese juicio se hacía énfasis en que "los indios de Abriaca llamaban a ese río 'Táchira' porque pasaba por el sitio de Táchira". Por todo ello, el origen de la palabra que da nombre a nuestra entidad federal se remonta a una voz y lengua aborigen americana, aglutinante ágrafa, hablada por las parcialidades aborígenes chitareras.

Para la identificación de las parcialidad de la nación chitarera en la región estudiada, nos retrotraemos a 1575 cuando se entabla un juicio entre vecinos españoles de Pamplona y San Cristóbal por la posesión de unas encomiendas entre los ríos Cúcuta y Táchira. En una de las alegaciones se lee: "No pretendo a los chitareros de Cúcuta sino los de Abriaca" y, Abriaca era y es, en la actualidad, un caserío [desde donde se domina o se tiene una panorámica del valle del curso medio del río Táchira] en la aldea Las Cumbres, del Municipio Pedro María Ureña, del Estado Táchira.


Significado de 'Táchira'

En consecuencia, partiendo de los elementos de juicio anteriores, entendidos como referente y teniendo por código comunicacional los diccionarios elaborados por misioneros jesuitas y agustinos de la lengua general chibcha o muisca de principios del siglo XVII, cuyos textos en dos lenguajes (castellano y muisca) resultan en una especie de Piedra Roseta, y desde un rigor lógico y fundamento teórico, se puede descifrar y conocer el significado de la palabra, "Táchira". Un nombre muy telúrico, que está arraigado en la tierra.

La palabra está formada por los étimos de sustrato muiscas o chibchas ta [lexema de nombre sustantivo que significa 'labranza'], chi [sufijo determinante posesivo en primera persona del plural, que significa 'nuestra'] y ra [sufijo con función de morfema o partícula modificadora que indica un tiempo presente continuo y le da un sentido mayor, en este caso, que el objeto poseído es permanente o tiene una permanencia en el tiempo, no cambia de dueño], significando literalmente "La tierra de labranza que es y será nuestra" [< Ch. ta+chi+ra] y traducida a un castellano culto actual sería"Tierra de nuestra heredad" o "Nuestra tierra de heredad".

Su pronunciación original, como etnónimo aborigen, era similar a la forma castellana, diferenciándose sólo en el sonido de la ch que se pronunciaba, de forma aproximada, como tʃ -esto es, como la ch francesa o sh inglesa- y la r de forma suave (Teoría lingüística filogenética denominada "Teoría chibcha", planteada por el profesor Samir A. Sánchez, investigador de la historia del lenguaje en su artículo: "Táchira: una arqueología de voces y palabras", Revista Procesos Históricos, Universidad de Los Andes, 2018).


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viernes, 16 de febrero de 2024

Dichos y refranes tachirenses. Los dichos de los nonos, memoria y testimonio │The Tachiran Grandparents’ Wise Old Sayings









 

Palabras de antaño y hogaño... Cada uno de los dichos y refranes tachirenses, encierra de forma punzante o sutil una lección de vida o una reflexión sobre cómo eran las cosas en esos tiempos. Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con dichas expresiones desde las diferentes ópticas que ahora prevalecen, pero no se dejarán de encontrar en las mismas, por igual, comunes aspiraciones, certeros aciertos y profundas contradicciones de nuestra naturaleza humana. 


Por ello, nos ha movido traer a la actualidad fragmentos de esa palabra hablada, recuperados de una tradición oral y didáctica que se fue perdiendo en la medida que iban desapareciendo las personas mayores que la conocieron. Lingüistas y filólogos encontrarán aquí materia para sus estudios sobre la evolución lingüístico-histórica del castellano en América.

 

El habitante del Estado Táchira del presente encontrará que este otrora lenguaje montañés fue, junto al intenso sentimiento de consustancialidad con la tierra natal, un elemento cohesionador del espíritu y del ser del país de los tachirenses, y de la tachirensidad, como compañero de su identidad, de su historia, de sus valores, de sus saberes y de sus aprendizajes y, en consecuencia, soporte insoslayable de su patrimonio cultural intangible. 


Así, como Patria res, debe ser conocido y estudiado por las generaciones presentes, y por aquellas que están por venir.



Puede descargar Los dichos de los nonos, accionando, en la siguiente pantalla, el pequeño recuadro con flecha de salida [Pop out content] que se encuentra en el extremo superior derecho:















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